4 jul 2013

¿Somos lo que aparentamos en redes sociales?


Estamos acostumbrados a utilizar internet como fuente de información fiable y veraz, donde no hay lugar a la discusión y la información se presupone, en muchos casos, cierta y honesta. Pero nada más lejos de la realidad. No creo que la vida de mis contactos de facebook sea todo sonrisas y amistad sincera, meriendas de ensueño o bellos atardeceres. Nos olvidamos de que la red de redes, como la vida misma, tiene sus vicios y no debe ser tomada al pie de la letra.

Tal es la influencia de internet en nuestras vidas, que en muchos momentos la frontera entre la realidad y mundo en la red se diluye y se convierte, para algunos, en algo indistinto. Es más, para ciertos usuarios su vida se ha convertido en “cibervida” gracias a las redes sociales. Aquí, las personas utilizan las mismas herramientas que las marcas y las grandes compañías; provocando confusión al usuario individual. Este cree que es una marca en sí mismo, una personalidad que debe construir reputación a través de internet.

No sólo la coexistencia de firmas e individuos los confunde. Es el propio discurso social el que nos encamina a mostrar lo mejor de nosotros y a hacer de lo que se comparte en internet una estrategia fructífera para manejar nuestra imagen. Se habla por parte de muchos expertos de “Marketing Personal” en redes, pero prefiero el término coloquial acuñado en las propias redes: Postureo.

La empresa de investigación de mercados TNS, elabora constantemente un estudio (www.tnsdigitallife.com) para identificar los tipos de usuario de redes. Por supuesto, existe una estructura de clases, entre las que se puede encontrar “influenciadores”, o “aspirantes”… Estos nuevos “líderes sociales”, ávidos de reconocimiento cuantificable, crean un personaje ficticio que no se corresponde con la realidad; un paradigma estético inexistente e inalcanzable que es tomado como verdadero. Su implicación en la ejecución de la estrategia de marketing les ha llevado a valorar su propia vida en forma de “me gusta” o “retweets”. Y lo peor es que se ha extendido la costumbre al resto de individuos, creando en la sociedad de redes la costumbre de vender una imagen para aspirar a una mejor posición social. Ahora la máxima es “si no lo has publicado, no ha sucedido” hasta el punto de forzar que suceda para que se publique.

Intel realizó el pasado año un estudio sobre esta situación, llamado “Ultrayou” en el que se reconoce que los españoles mostramos en las redes una versión mejorada de nuestro “yo”. Según el estudio, a la mitad de los encuestados españoles les gustaría parecerse más a su perfil digital. Más de la mitad de los europeos reconocen que mienten para impresionar a otras personas.

Con estos escalofriantes datos, no queda otra que elevar al máximo el excepticismo a la hora de utilizar las redes sociales: la epidemia del postureo es ya una realidad. Si tuviese hijos, los iría inmunizando infundiéndoles capacidad crítica en el uso de la red (y en la vida en general) para así evitar que enfermen construyendo una vida falsa a través del ordenador.

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